La diabetes mellitus es una enfermedad de elevada prevalencia en el individuo anciano. Se estima que más del 70% de los ancianos institucionalizados, son diabéticos. En este perfil de pacientes, tener un elevado índice de sospecha de la enfermedad es fundamental pues lo más habitual es que se manifieste de manera atípica, con afectación multiorgánica y tendencia a la cronicidad.

Los pacientes institucionalizados, precisamente, por la elevada comorbilidad que presentan, suelen ser pacientes en los que el manejo clínico de la enfermedad es dificultoso, posiblemente más que en la población general, además de la repercusión que la enfermedad tiene sobre la situación funcional del paciente.

En la Guía para el manejo de la Diabetes Mellitus tipo 2 en centros de alojamiento para personas mayores se establecen unos criterios diagnósticos que se deberían realizar a todos los pacientes institucionalizados que no tengan diagnóstico previo de Diabetes Mellitus tipo 2 (DMtipo2).

Objetivos de la guía

Para la geriatra Ana Sanz, coordinador médico del Hospital Gijón, “el principal motor de intervención para todos los profesionales sanitarios que trabajamos con ancianos, ha de estar encaminado a favorecer la calidad de vida de nuestros pacientes y mantener el mayor tiempo posible su funcionalidad. Además, a través de conversaciones con el sistema público de salud y nuestra propia experiencia, nos dimos cuenta que tanto en el ámbito residencial, como en domicilio, los pacientes con DMtipo2 tenían una elevada preocupación por el control continuo y diario de la glucemia capilar, en muchas ocasiones sin justificación alguna. Por eso, y dado que nuestro campo de trabajo es el ámbito residencial, nos planteamos realizar una guía para el manejo de la diabetes mellitus tipo 2 en centros de alojamiento para personas mayores, no solo por su prevalencia, sino por el elevado consumo de recursos sanitarios que supone”.

“Entendemos –prosigue la doctora Sanz- que se trata de un perfil de pacientes donde debemos evitar en todo lo posible la iatrogenia (daño en la salud, causado o provocado por un acto médico involuntario) y las situaciones que produzcan hipoglucemia (bajo nivel de glucosa o de azúcar en la sangre). Por eso, los objetivos de control metabólico deben determinarse en función de la situación funcional y mental de los pacientes. No será igual el objetivo de control que estableceremos en las personas mayores con vida activa e independiente, que en los pacientes frágiles o en aquéllos con deterioro cognitivo severo que sean dependientes”.

Profesionales y especialidades que intervienen en la guía

El desarrollo de la guía se inició con una recogida de datos por parte de la enfermería responsable de los centros residenciales colaboradores con el proyecto, cuyo objetivo fundamental se basaba en la “autocritica”. Se intentaba analizar cómo estaba siendo el manejo del paciente anciano con DMtipo2 institucionalizado, previo a la creación de la guía. Para ello, colaboraron 25 centros de toda Asturias (1) .

Posteriormente, se creó un grupo de trabajo compuesto por el doctor Arsenio Alonso-Collada Sánchez, médico, presidente de ASCEGE y director del Hospital Gijón- Centro Sociosanitario Gijón; el doctor José Gutiérrez Rodríguez, geriatra y miembro de la junta directiva de la Sociedad Asturiana de Geriatría y Gerontología del Principado de Asturias; Mari Luz Ardisana Sustacha, subdirectora del Hospital Gijón – Centro Sociosanitario Gijón; Bárbara Martínez Suárez, supervisora de Enfermería del Hospital Gijón- Centro Sociosanitario Gijón; Alba Arenas Lobeto, enfermera de la Residencia de mayores Carancos. DomusVi; Belén Azcano Rozas, enfermera en el Instituto Gerontológico Astur; y la doctora Ana Sanz González, geriatra, coordinador médico en Hospital Gijón-Centro Sociosanitario Gijón y miembro de la junta directiva de la Sociedad Asturiana de Geriatría y Gerontología del Principado de Asturias

A futuro, una vez publicada la guía e implantada en todos los centros colaboradores, “nos queda realizar una segunda recogida de datos, con la idea de mejorar el manejo de nuestros pacientes, optimizar el empleo de los recursos sanitarios y hacer una comparativa en la mejora funcional de los mismos si fuera posible, atendiendo a las complicaciones, y distintas manifestaciones clínicas que presenten”, adelanta la doctora Sanz.

“Nuestra idea es la creación de más guías atendiendo a las patologías de mayor prevalencia en el paciente anciano. La siguiente que tenemos pensado desarrollar se centrará en la hipertensión (posteriormente, desarrollaremos una sobre los factores de riesgo cardiovascular). Intentaremos siempre seguir con la misma metodología; hacer una primera recogida de datos, posteriormente un grupo de trabajo y por último una valoración una vez implantada la guía”.

Recomendaciones:

Hacer un cribado anual a pacientes sin diagnóstico previo de DM2 (siempre que no se esté en una situación de final de vida)
Monitorizar de manera individualizada a cada apaciente, en función de su tratamiento y la situación basal previa (funcional y mental) que presente
Evitar las complicaciones, no solo las vasculares sino también las más “típicas” del paciente institucionalizado (síndromes geriátricos)
En cuanto al tratamiento, establecemos dos líneas:
Por un lado el no farmacológico, basándonos en dieta apta para diabéticos pero evitando las que son excesivamente restrictivas y garantizando un aporte mínimo de proteinas (1-1.5 g por Kg de peso/día) y ejercicio físico multicomponente (resistencia-fuerza-equilibrio), siempre individualizado en función de cada paciente y sus capacidades, prestando más atención a ejercicios de alta intensidad y corto periodo de tiempo. Es importante que durante el ejercicio, se vigilen síntomas y signos de hipoglucemia por si fuera necesario suplementar a los pacientes.
Por otro lado, el tratamiento farmacológico, bien sea en monoterapia (primera línea de tratamiento) o combinaciones de dos o tres fármacos, así como estrategias más complejas, exclusivamente con insulina.